El viernes 3 noviembre por la tarde, jugamos un partido un poco diferente. El cielo vestía de negro, mi equipo y yo estábamos citados a las 18:00 de la tarde. Todo transcurría con normalidad, pero de repente, al empezar la segunda parte, unas fuertes precipitaciones, acompañadas de un viento que soplaba sin parar. Aunque los relámpagos iluminaban el cielo, apenas se veía nada en el terreno de juego, ya que el agua resbalaba por la cara, de cabeza a los pies. A pesar de todo, jugar al fútbol en los días de lluvia es muy divertido. Al final todos acabamos empapados.
Por Ulises Tello
Por Ulises Tello
